miércoles, 30 de septiembre de 2015
Benditos medicamentos :)
jueves, 3 de septiembre de 2015
Retomando lo tradicional
jueves, 6 de agosto de 2015
Ilustrando para la revista "El perro"
sábado, 18 de julio de 2015
Commisiones
lunes, 13 de julio de 2015
El camino junto al rio (cuento corto)
domingo, 12 de julio de 2015
Resistencia redibujada
martes, 30 de junio de 2015
Un último viaje a la montaña
sábado, 20 de junio de 2015
Schizophrenia, what is it?
jueves, 11 de junio de 2015
Comisiones abiertas
viernes, 8 de mayo de 2015
Un mal viaje... (a bad trip)
domingo, 3 de mayo de 2015
Concurso de ilustración
viernes, 1 de mayo de 2015
La plaga del fin del mundo
La plaga del fin del mundo
Isaac Vargas Cardenas
Carlos apenas podía creer como comenzó todo. Aquellas creaturas parecidas a langostas habían invadido por completo los campos. Ya no quedaba nada por hacer, más que esperar la muerte de miles de millones por inanición
Carlos siempre imaginó que algo así pasaría pero no a una escala mundial.
Los extraños insectos que invadían sus cosechas así como las de miles de otros agricultores alrededor del mundo eran resistentes a prácticamente todo, desde losmás mortíferos pesticidas, hasta el fuego. Invadían los campos devorándolo todo a su paso desde mazorcas hasta pequeños animales. Reportes de algunos países hablaban de que inclusive habían matado personas a mordiscos.
Aunque Carlos y su familia estaban siempre preparados para ocasiones difíciles dudaban poder sobrevivir a semejante desgracia. No había salvación para ellos ni para la humanidad.
“Desde que comenzamos a sobreexplotar la tierra” – pensó el campesino- “firmamos nuestra sentencia de muerte”.
La familia se encontraba agazapada en el sótano, el cual era parecido a un bunker. Tenían comida enlatada suficiente para resistir un par de años de hambruna, tal vez un poco más.
Carlos llamo a su hijo mayor para que lo ayudara a tapiar las ventanas. Ambos subieron hacía la casa, abandonando el refugio que el sótano les ofrecía. El hijo mayor obedecía algo asustado, pues el espectáculo del exterior era espeluznante. Era imposible alcanzar a distinguir gran cosa si uno se asomaba por la ventana, gracias a las nubes de insectos apocalípticos. Uno apenas estaba a salvo en el interior de su vivienda
Mas a Carlos no le preocupaban tanto aquellos monstruosos insectos.
Los Vecinos…
Ellos eran su mayor preocupación pues se trataba de personas violentas y de carácter impredecible. Carlos realmente no sabía que esperar de aquella gente.
El hijo mayor de Carlos se asomó por una ventana y pudo ver al padre de la familia de al lado correr hacía donde ellos se encontraban, lanzando maldiciones y groserías a cada paso que daba. Toco violentamente la puerta de la casa y Carlos,dudándolo por un momento, destrabo el candado y le permitió entrar.
El hombre entro dando gritos y sacudiéndose a los feos insectos de encima. Parecía desesperado por ayuda. De pronto miro a Carlos a los ojos , exclamando con voz sonora-.
Carlos. Tienes que ayudarme…. Mi familia no tiene suficientes víveres para estemes…. ¿Acaso no podrías compartir algunos con nosotros?
Carlos ya se había imaginado que aquel hombre quería algo así y se encontraba preparado emocionalmente para dar una negativa. Parecía algo inhumano pero se trataba de una cuestión de supervivencia familiar.
-Lo siento, Chuy- dijo secamente el campesino- No puedo ayudarte con eso…
Mas Chuy no estaba dispuesto a recibir un no como respuesta. Espero a que Carlos y su hijo le dieran la espalda para sacar una pistola de su bolsillo y le disparo al muchacho a quemarropa. El jovencito dio un alarido de agonía. Carlos no podía creer lo que sucedía. Corrió hacía su hijo y se agacho junto a él, tratando de tapar la herida con sus manos para así evitar que sangrara más.
-Tú te lo buscaste, Carlos. Si hubieras tenido piedad de mi familia yo tendría piedad de la tuya – dijo Chuy de una forma muy seca, con la voz rasposa y una mirada de maldad en sus ojos.
Carlos lo miro estupefacto. No podía creer semejante egoísmo e irresponsabilidad. Chuy le advirtió que no se moviera mientras le apuntaba con la pistola, para luego dirigirse al sótano. Mientras tanto, el hijo mayor moría desangrándose.
-No… - sollozaba Carlos.
Cuando el atacante abrió la puerta del sótano la mujer del campesino lo recibió aventándole latas de conserva de entre sus provisiones, logrando golpearlo fuertemente en la cabeza.
-¡Asesino!- grito la mujer.
Chuy cayó al suelo pero se incorporó inmediatamente, para después disparar contra aquella mujer y sus hijos más pequeños.
Al oír el estruendo del accionar del arma, Carlos corrió hacia la cocina y tomando un cuchillo se dirigió desesperadamente hacía el refugio. Chuy había caído nuevamente pues el golpe de la lata lo afectó más de lo que pareció en un principio. Se encontraba tratando de alcanzar su pistola cuando Carlos entro en la habitación, solo para presenciar aquella tétrica escena. Toda su familia asesinada… Rápidamente el campesino se abalanzo sobre Chuy y le corto la garganta; este no tardó mucho en morir desangrado…
Carlos estaba devastado. Perdió a toda su familia por permitir a aquel cobarde homicida entrar tan solo por un minuto a su casa. De pronto Carlos miro fijamente el arma del asesino de su familia. Ya no tenía nada que perder, así que la tomo del suelo. Súbitamente recordó algo; no había terminado de tapiar las ventanas por completo. Escucho el ruido de pequeñas alas que llenaban el vacío en aquella penumbra. Las langostas se estaban colando al sótano. El campesino vio como estas comenzaban a devorar los cadáveres de sus seres queridos. Pronto seguiría su turno. Cerró los ojos y apretó el gatillo.
Ahora todo era oscuridad…
miércoles, 29 de abril de 2015
Siestas Vespertinas: Cosas para ver: El viento se llevó lo que
Fragmentos de memoria
La claridad en las palabras
De otra forma solo desperdicia horas y horas de su vida y recuerden, sólo tenemos una .
Me doy cuenta de esto después de platicar con algunos amigos de temas importantes y controversiales. Las personas que generalmente niegan la existencias de Dios son arrogantes pues creen que el hombre se auto sustenta, y para mi eso es ridículo. Estaba el otro día en el parque con dos amigos y uno de ellos negaba la existencia de Dios rotundamente, a lo cual le respondí: seguramente tu te creaste solito. Es obvio que algunas personas niegan la existencia de Dios por malas experiencias , pero como este post trata sobre hablar claro, acerca de este tema sólo puedo decir una cosa: Dios no nos necesita ni necesita que creamos en el, sino todo lo contrario, los necesitados somos nosotros.
Hablando de otros temas me di cuenta que la filosofía actual de lo desechable, de las relaciones de una sola noche y todo lo superficial de este mundo, tienen graves consecuencias en el alma de la persona, puesto que ahora generalmente sólo se busca tener y no ser. Para mi es mucho más importante lo que soy a lo que tengo, y no es porque no tenga mucho o tenga poco, sino por que lo que eres es lo que te define, no lo que tienes. Me viene a la mente una frase de una canción de Joaquín Sabina , llamada más de 100 mentiras, que dice más o menos así "hay pobres exquisitos y ricos miserables".
Usó las palabras de este autor tan famoso para ilustrar un punto que para mi está muy claro , no se es lo que se tiene, se es lo que se es .
Espero que mi mensaje sea claro, usen las palabras sabiamente, no desperdicien valioso tiempo dando rodeos inútiles a lo que sienten o quieren decir, puesto que esas son construcciones verbales huecas, y ese tipo de palabras se las lleva el viento , es mejor una palabra acertada a mil vacías de contenido. Deseo que mi mensaje en este post haya sido claro, y no deseó ofender a nadie con mis opiniones, pero se que sí no digo lo que pienso estaré entrando en el juego de las palabras huecas y sin sentido. Ahora mismo es madrugada y casi no he dormido, pero como he prometido no abandonar más este blog pues se me ocurrió, tras unos minutos de cavilación , escribir esta entrada ,si les pareció interesante compartan o comenten
Saludos a quienes les llegué este mensaje
domingo, 26 de abril de 2015
Monocromarts: Becky Cloonan, la creciente fama de una artista in...
Lector Alejandro Ocaranza: FingerReader, Nueva Tecnología para Invidentes
sábado, 25 de abril de 2015
Lector Alejandro Ocaranza: La Muerte Espera Cerca del Rio - Isaac Vargas Card...
viernes, 24 de abril de 2015
Cuentos de pesadilla (de penumbras y pesadillas)
La muerte espera cerca del rio
Por
Isaac Vargas Cardenas
Manuel corría desesperadamente; sabía que sí se detenía aquel hombre no se tentaría el corazón para matarlo.
Y todo por un perro.
Su negocio como narcotraficante había bajado tanto por la competencia que el secuestro de perros le venía bien.
Pero jamás se imaginó que la horma de su zapato sería alguien con semejante aspecto. Aquel anciano parecía completamente indefenso.
Y aun así se las arregló para arrebatarles la vida a sus dos socios en un santiamén. No se trataba de un viejo ordinario.
Siguiendo la dirección del rio, Manuel trataba de escapar de su perseguidor. Era sorprendente que a pesar de su avanzada edad el viejo le siguiera los pasos tan de cerca. Aunque las décadas de adicción al tabaco y la marihuana no favorecían a Manuel en su desesperada huida.
Al ir avanzando el secuestrador no dejaba de recriminarse el haber dejado sus armas en el rancho. Fue muy confiado porque parecía un negocio fácil. Y pagaría muy caro las consecuencias.
-¡¿Por qué?! ¡Maldita sea! ¡Jamás salgo sin ellas y justamente hoy tenía que olvidarlas!
Manuel era un hombre de unos cuarenta años y corría a toda la velocidad a la que su cuerpo se lo permitía y a pesar de que su perseguidor tenía al menos un cuarto de siglo más no lograba desembarazarse de él.
El ex-traficante de mediana edad avanzaba impulsado por la adrenalina pero aquel anciano parecía avanzar con el impulso de la locura.
Manuel sabía que si alcanzaba a llegar a la parte más densa del bosque estaría a salvo, aunque esperaba con un terror inmenso a escuchar el sonido del revolver del anciano.
Veinte minutos atrás vio con sus propios ojos como aquel hombre le pegaba dos tiros en medio de los ojos a sus asociados, con una puntería tal que Manuelestaba seguro de que aun al encontrarse a una distancia considerable del asesino, este este podría fácilmente pegarle un tiro por la espalda sin fallar.
Lo que él se preguntaba era porque no lo hacía.
Parecía que quisiera verlo correr por su vida, siguiendo la dirección del rio.
Manuel sabía que no era un hombre decente. Muchas veces al estar traficando no dejaba de preguntarse a donde irían a para aquellos estupefacientes. ¿Los consumirían niños? Tal vez. Pero eso a el poco le importaba. Cada vez que sentía un atisbo de remordimientos, sabía que lo único que necesitaba para acallarlos era una dosis de su piedra más dura. Pensaba que si no los distribuía él sería alguien más. Realmente ¿Qué importaba? La droga siempre fluye…
Más ahora que se encontraba cara a cara con la muerte deseaba no haberlo hecho jamás.
La distancia que separaba al cazador de su presa se iba acortando poco a poco y Manuel sabía que estaba perdido.
En el rio nadie oiría sus gritos.
Entonces pensó que tal vez sí aquel hombre recibía lo que estaba buscando lo dejaría en paz. Manuel dejó el costal que venía cargando desde hace varios kilómetros en el suelo, rogándole a Dios que ese horrible chihuahueño fuera realmente el perro del anciano.
Levantó las manos en señal de que se rendía; le devolvería a su mascota con la esperanza de que aquel hombre le perdonara la vida. .
Más en respuesta el viejo acciono el gatillo de su revólver, volándole por completo la rodilla izquierda.
Manuel lanzo un chillido parecido al de un cerdo, sangrando profusamente por aquella certera herida.
-¡¿Está loco, viejo imbécil?! – grito el secuestrador.
-¡Aquí tiene a su puto perro! … por favor, se lo suplico, déjeme ir…- balbuceo entre dientes Manuel, llorando como un cobarde.
Pro el anciano contestó con una horrible carcajada que le heló la sangre, para después explicarle por qué lo mataría.
_Muchacho, esto no es por un asqueroso perro- dijo el hombre, escupiendo al piso.
-Sabes, yo solía ser un pistolero a sueldo, el mejor de todos- dijo el viejo encendiendo un cigarrillo, para después aplastar violentamente el costal con el pie, hasta que de la tela chorreaba sangre.
- Veras hijo, es por principio. A un cabrón como yo, nadie lo extorsiona.
Manuel estaba aterrado al presenciar como aquel hombre pisaba a su propio perro como si fuera una colilla de cigarro.
-¿Por qué? Fue lo último que alcanzó a pronunciar el secuestrador de perros, mientras observaba sollozando el costal sanguinolento, para después volver su mirada hacia la fea cara del anciano, distorsionada por una horrible y cruel sonrisa. Una antesala aterradora al infierno que lo esperaba…
-¿Y por qué no?
Fue lo único que contestó el viejo, lanzando una bocanada de humo.
Y apretó el gatillo.
Nadie escucharía los disparos cerca del rio.
(Como ninguna editorial me respondió decidí publicar mis cuentos periódicamente en este blog:( )